
Tenemos a un Dios que es nuestra máxima autoridad, y en su infinita sabiduría delegó su autoridad al hombre como cabeza del hogar. Naturalmente, estamos hablando de autoridad desde la perspectiva bíblica. Se dice que detrás de cada hombre exitoso hay una mujer, y no es casualidad que desde el principio, en el libro de Génesis, Dios-Padre se refiera a la mujer como ayuda idónea.
“Después, el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él».” Génesis 2:18 NTV
En el hogar, nuestra esposa es el complemento perfecto para llevar a cabo el rol que nos fue encomendado. Lamentablemente, en muchos hogares no funciona así ya que la esposa se convierte —podríamos decir— en una piedra en el zapato para que su esposo sea ese líder que Dios eligió.
Por ejemplo, si un hombre busca su presencia, su guía, su dirección, su instrucción por medio de la intimidad con Dios para obtener la revelación de cómo llevar a cabo una buena tarea, esperaría que su mujer lo apoye y no interrumpa o cuestione por separar esos tiempos a solas con Dios. Sin embargo, encontramos esposas que, de una manera u otra, interfieren en estos tiempos de intimidad, llamándolos a hacer otras tareas o demandando tiempo para ellas.
Un líder en su hogar muestra, por medio de sus acciones, el servicio, la justicia, la humildad, valentía y sabiduría, características que definen un liderazgo correcto, donde la mujer juega un papel importantísimo siendo la mano derecha de su esposo para poder efectuarlo.
Esposa: ¿Estás siendo esa ayuda idónea? ¿Estás siendo sabia ayudando a edificar tu hogar? ¿Puede tu esposo contar contigo? ¿Te molesta o indispone que tu esposo dedique parte de su tiempo a construir el reino? ¿Le reclamas a menudo por las actividades en que se involucra con su iglesia?
"La mujer sabia edifica su hogar, pero la necia con sus manos la destruye." Proverbios 14:1 NTV
Escrito por Wilmer López, basado en la prédica del 15/junio/2024
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