
A menudo, nuestras oraciones no son contestadas porque pedimos con malas intenciones, buscando satisfacer nuestras propias pasiones. Esto lo explica claramente Santiago 4:3 en la Nueva Versión Internacional: "Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones".
Una razón fundamental por la que no recibimos lo que pedimos o anhelamos en oración es la falta de perdón. La Biblia es muy clara en muchos pasajes sobre la necesidad de arrepentirnos y perdonar. Pero, ¿cuántas de nuestras peticiones o ruegos están estancados debido a esta situación?
Juan el Bautista lo dijo: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Pero, ¿arrepentirnos de qué? A menudo, quienes nos consideramos cristianos, y que con la mejor intención seguimos congregándonos, sirviendo y participando en células, continuamos haciendo las cosas a nuestra manera y con nuestras fuerzas.
Recientemente, experimenté esto de primera mano. Tenía una relación terrible con uno de mis hermanos; no le había hablado durante casi tres años porque no lo había perdonado. Sin embargo, no faltaba a la iglesia y continuaba sirviendo en otras áreas. Estoy convencido de que muchas de mis oraciones y peticiones no fueron contestadas debido a esta falta de perdón. No es que Dios no quisiera bendecirme, sino que yo era el principal obstáculo. Confieso que, al perdonar a mi hermano y restablecer nuestra relación, me quité un gran peso de encima. Esto en sí ya es una bendición.
Nuestro Padre sabe lo que necesitamos, y nada se le escapa. Más bien, debemos ponernos a cuentas con Él y reconocer que no estamos cumpliendo nuestra parte del pacto. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre; en Él no hay sombra de variación. Él nos dijo: “Preocúpate por el reino de Dios y su justicia, y lo demás será la añadidura”.
Examina a quién necesitas perdonar o de qué debes arrepentirte. Estas son dos llaves preciosas para abrir las compuertas del cielo.
Escrito por Wilmer López, basado en la prédica del 25/mayo/2024
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