La vida cristiana nos plantea cuestiones que pueden parecer absurdas o incluso ilógicas a primera vista. Una de las cuestiones más trascendentales y debatidas dentro de la comunidad cristiana es la distinción entre Jesús como Rey y Jesús como Salvador. En este artículo, exploraremos cómo esta distinción puede influir en nuestra relación con Cristo y en nuestra vida diaria.
La Dicotomía: Jesús el Rey vs. Jesús el Salvador
En Romanos 10:9-10 (NTV), se nos presenta un pasaje clave que aborda la relación entre nuestra confesión y creencia en Jesús: "Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo." En este versículo, se destaca la importancia de creer en Jesús como Señor y Salvador para alcanzar la salvación.
Sin embargo, la comunidad cristiana a menudo ha centrado más su atención en Jesús como Salvador, lo cual puede llevar a una trampa peligrosa: "lo que te Salva se convierte en tu Rey". Esto implica que las soluciones o recursos que buscamos para resolver nuestros problemas se convierten en una suerte de "salvadores alternativos" en lugar de mantener a Jesús como el eje central de nuestra vida.
El Cambio de Perspectiva
Aquí radica un cambio de perspectiva fundamental: ¿Qué sucede si invertimos la forma en que normalmente abordamos a Jesús? En lugar de enfocarnos primero en su papel de Salvador, podemos considerar la importancia de recibirlo como Rey. Al hacerlo, nos alineamos con su señorío y comenzamos a vivir conforme a sus enseñanzas.
Este proceso de aceptar a Jesús como Rey se basa en la fe. Aunque todavía no haya salvado algo tangible en nuestras vidas, reconocerlo como nuestro Señor nos motiva a seguir su Palabra y, como resultado, experimentamos su poder salvador.
La Transformación en la Práctica
La premisa es sencilla pero profunda: si comenzamos a obedecer a Jesús como Rey a través de la fe, seguimos sus mandamientos y, en consecuencia, experimentamos su obra salvadora en las áreas que necesitamos. En última instancia, esto establece una conexión directa entre su señorío y nuestra salvación.
Conclusión: Rey o Salvador, ¿Cómo Lo Abordamos?
En resumen, es fundamental cuestionarnos cómo nos acercamos a Jesús en nuestra vida cristiana. ¿Lo buscamos como Salvador solamente para recibir sus bendiciones? O, por el contrario, ¿lo acogemos como nuestro Rey, sometiendo todas las áreas de nuestra vida a su señorío?
Aunque Jesús ya es Rey independientemente de nuestra elección, la verdadera transformación y la plena experiencia de su salvación ocurren cuando rendimos nuestra vida a su señorío. No se trata solo de disfrutar los beneficios de su reino, sino de someternos a su reinado en cada aspecto de nuestras vidas.
En última instancia, esta reflexión nos invita a considerar cómo lo hemos aceptado hasta ahora: ¿Como Rey o como Salvador? La respuesta puede revelar una perspectiva más profunda y enriquecedora de nuestra fe.
Escrito por Víctor Preza, Inspirado en la Prédica del 05/08/2023
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