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¿Cuántos de nosotros hemos recibido alguna vez la recomendación de nuestros médicos de dejar de consumir ciertos alimentos? Para los diabéticos: no azúcares ni carbohidratos; para los hipertensos: no sal y moderación en carbohidratos; para aquellos con problemas de hÃgado: nada de alcohol; para quienes sufren de migrañas: evitar el chocolate, entre otros consejos.
El alimento, esa fuente de vida, puede transformarse en un peligro cuando se consume en exceso o cuando se elige aquellos que nos son perjudiciales.
Este dilema no es nuevo. Se remonta al principio de la existencia humana en la tierra. La historia nos cuenta cómo el hombre, persuadido por Satanás, decidió consumir algo que le habÃa sido prohibido.
El objetivo principal de nuestro adversario, Satanás, es separarnos del amor de nuestro Padre celestial. Y su estrategia más sencilla para lograrlo es sembrar dudas sobre la bondad de Dios hacia nosotros, sobre su plan y, por consiguiente, sobre su Palabra. Nos induce a desconfiar de Él, nuestro Padre, y nos lleva a desobedecer por medio de la incredulidad.
En el relato del Génesis se nos presenta la escena en el jardÃn del Edén, donde el hombre disfrutaba de una relación perfecta con Dios. Todo era armonÃa y deleite mutuo.
Satanás, astuto como es, supo que podÃa romper ese vÃnculo de deleite desvirtuando la confianza del hombre en Dios. ¿Y cómo lo hizo?
Dios habÃa dado libertad al hombre para disfrutar de todos los frutos del Edén, con la excepción del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios les advirtió claramente: "Si comes de su fruto, sin duda morirás" (Génesis 2:15-17, NTV).
La tentación primordial que condujo al primer pecado fue la duda sembrada por Satanás: cuestionar la veracidad y la bondad de Dios. Dios habÃa establecido esa prohibición para poner a prueba la fe y la confianza del hombre en Él.
Y asÃ, la historia de Adán y Eva nos confronta con una pregunta crucial: ¿Cuál es el fruto que Dios nos ha prohibido y que, dÃa tras dÃa, escogemos desobedecer movidos por la incredulidad?
Escrito por VÃctor Preza basado en la prédica del dÃa 16/03/2024.