Desde hace muchos años, he estado inmerso en la cultura cristiana. Desde pequeño, he escuchado hablar del fin del mundo, de los tiempos finales, del rapto de la iglesia, del Armagedón, entre otros acontecimientos que se describen en el último libro de la Biblia: el Apocalipsis (conocido en inglés como Revelaciones). Las prédicas sobre el fin del mundo me aterraban, especialmente cuando decían que, si no estabas bien con Dios, te quedarías aquí para sufrir mientras los buenos se irían al cielo con Él.
Recuerdo un día en particular. Me quedé dormido y mi mamá no me despertó para ir a la iglesia. Cuando desperté horas después, no encontré a nadie en casa. Tampoco había electricidad y llovía fuertemente, así que no había nadie en las calles. Sentí tanto miedo y pensé inmediatamente: “Soy tan malo que me he quedado para sufrir el fin del mundo, mientras toda mi familia se salvó”.
La palabra “apocalipsis” suele asociarse con el fin del mundo, pero en realidad proviene del griego “apokalypto” (ἀποκάλυψις), que significa: revelado, manifestado, descubierto, traído a la luz. En la Biblia, hay muchos otros lugares donde se usa la palabra “apocalipsis” como sinónimo de “revelación”, como en Mateo 11:27 y Lucas 10:22, donde Jesús habla de revelar (apokalypto) al Padre, y en Gálatas 1:16, donde Pablo habla de la revelación (apokalypto) que le fue concedida por medio de Jesús.
Por lo tanto, no deberíamos temer al Apocalipsis, sino anhelarlo, porque es cuando ¡por fin se revela algo! ¿Qué se va a revelar, te preguntarás? Al final de los tiempos, se revelará el señorío de Jesús, y toda rodilla se doblará ante Él. Se revelará el fin de esta era o mundo, es decir, los sistemas que gobiernan la tierra. Esto ocurrirá en un futuro muy cercano. Pero, ¿por qué esperar ese Apocalipsis y perderte tu propio apokalypto? Es decir, perderte tu propia revelación del señorío de Jesús en tu vida, aquí y ahora.
Escrito por Víctor Preza, basado en la prédica del día 31/08/2024
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