En aproximadamente dos semanas, tendré el honor de oficiar la boda de una pareja de mi Iglesia. Este evento no solo implica la ceremonia, sino que también me ha llevado a adecuar el jardín de mi casa, donde se llevará a cabo. Los novios han decidido realizar la ceremonia en mi hogar, lo que ha requerido una serie de preparativos previos y ajustes en el lugar. Ya se ha planeado todo: la comida, los asientos para los invitados, las luces, la música, los símbolos de la ceremonia, y muchos otros detalles esenciales.
Los novios ya han adquirido sus vestidos de boda, pero al revisar mi closet, me di cuenta de que no tengo un traje adecuado para la ocasión. A pesar de ser el ministro oficiante y estar preparando el jardín para el evento, no estoy listo en cuanto a mi vestimenta. Si no me apresuro a conseguir un traje adecuado, no estaré listo y podría deshonrar a quienes me han invitado a participar en este día tan especial.
Una Reflexión Espiritual
«El reino del cielo también puede ilustrarse mediante la historia de un rey que preparó una gran fiesta de bodas para su hijo. Cuando el banquete estuvo listo, el rey envió a sus sirvientes para llamar a los invitados, pero todos se negaron a asistir. Entonces envió a otros sirvientes a decirles: “La fiesta está preparada. Se han matado los toros y las reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan al banquete!”. Pero las personas a quienes había invitado no hicieron caso y siguieron su camino: uno se fue a su granja y otro a su negocio. Otros agarraron a los mensajeros, los insultaron y los mataron. El rey se puso furioso, y envió a su ejército para destruir a los asesinos y quemar su ciudad. Y les dijo a los sirvientes: “La fiesta de bodas está lista y las personas a las que invité no son dignas de tal honor. Ahora salgan a las esquinas de las calles e inviten a todos los que vean”. Entonces los sirvientes llevaron a todos los que pudieron encontrar, tanto buenos como malos, y la sala del banquete se llenó de invitados. Cuando el rey entró para recibir a los invitados, notó que había un hombre que no estaba vestido apropiadamente para una boda. “Amigo —le preguntó—, ¿cómo es que estás aquí sin ropa de bodas?”. Pero el hombre no tuvo respuesta. Entonces el rey dijo a sus asistentes: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes”. Pues muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.»
Mateo 22:2-14 (NTV)
Tú y yo también hemos sido invitados a una boda. Aunque no fuimos los primeros en la lista, Dios nos extendió una invitación y nos proveyó el vestido adecuado. Esa boda es inminente y necesitamos estar vestidos correctamente para ese evento. ¿Tienes tu vestido listo?
Si no es así, la pregunta sería: ¿Tienes una respuesta a Dios sobre por qué no estás vestido apropiadamente para la boda, o te quedarás callado porque sabes que no hay una respuesta satisfactoria? Hoy te invito a que te vistas con el traje adecuado de justicia, amor y paz, para que podamos asistir a esa boda.
Escrito por Víctor Preza basado en la prédica del día 10/08/2024
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