Cuando nací, mi corazón llevaba la semilla del mundo, semilla de pecado, mentiras, engaños, borracheras, etc. y muchas otras. No entendía al punto de llegar un día a un momento tan desesperante de mi vida que deseaba solo tomar una decisión radical y era quitarme la vida.
Afortunadamente, alguien me compartió de un encuentro con la cruz y fue allí donde empecé a identificar qué semillas tenía en mí. Les contaré un poco de algunas de ellas:
Una semilla cayó en mi corazón (campo), esta me llevó a ver los deleites de la vida como algo que suplía mi necesidad; pero en realidad solo me traía más dolor, soledad, pecado, tristeza, frustración, etc.
Otra cayó en mi mente (al lado del camino) y dio fruto de duda, religiosidad, falta de entendimiento y cuando menos pensé tenía un corazón endurecido; por eso cuando venía una circunstancia adversa no creía en Dios. Aunque los que me rodeaban me hacían comentarios de acercarme a mi Padre Dios, yo no creía en él, todo lo veía mal, siempre mi corazón lo tenía cerrado a recibir lo bueno que Dios tenía para mí.
Otra cayó en mi alma cuando conseguí un súper empleo (entre espinos), ya que creí que el dinero era todo, eso me ayudó a alejarme más de Dios, a tener autosuficiencia, orgullo, vanagloria, en fin muchas cosas negativas que hicieron que viera a Dios muy lejos y sin necesitar de él.
Estos tres ejemplos fueron como esas semillas del mundo dieron su fruto en mí de una manera que no me ayudaba a avanzar, sino que destruía mi vida.
Cuando me compartieron de Cristo, y me contaron todo lo que había hecho por mí en la cruz, de cómo su amor me podría traer una verdadera libertad, sanidad física y espiritual (y muchas cosas más), en ese momento pude reconocer que tenía semillas incorrectas y que debía cambiar por una gran semilla que diera buen fruto. Pude entender cómo comenzar una vida nueva en Dios, con principios, valores, con amor; donde poco a poco, pude con mis actitudes y ejemplo llevar buenas semillas a mi familia, a mis amigos, y a cada persona a mi alrededor.
Hoy es tiempo de que tú también puedas tener semillas correctas, y puedas poner semillas en otros para que den vida a otros, y a otros así sucesivamente.
“Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas.” Juan 12:24 NTV
Conoce a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, en toda su plenitud, No te arrepentirás, y dirás: ¡Wooo de todo esto me he perdido!
Escrito por Mario Hernández, basado en la prédica del 11/nov/2023
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