En la vida, los acuerdos son decisiones tomadas por dos o más partes, un punto de convergencia donde se alcanza la armonía. Uno de los más conocidos y significativos es el que ocurrió en tiempos bíblicos entre Dios y Noé.
Cuando la humanidad había caído en la corrupción, Dios le propuso a Noé un acuerdo trascendental. En una paráfrasis de la historia, le dijo: "Voy a destruir a los seres humanos, pero hay una forma de salvarse. Si te pones de acuerdo conmigo y sigues mis instrucciones, tú y tu familia serán salvos".
Noé, ante esta propuesta divina, creyó y obedeció cada detalle. Construyó un enorme arca, aunque no había un océano cercano donde ponerla. Soportó las burlas de la gente, manteniéndose fiel a las instrucciones del Señor, incluso al subir a los animales al arca.
"Entonces Noé hizo todo exactamente como Dios se lo había ordenado." (Génesis 6:22 NTV)
Aunque pasó mucho tiempo hasta que se cumpliera la profecía de Dios, Noé mantuvo su compromiso. Dios le había advertido sobre un diluvio que cubriría toda la tierra, pero también le aseguró que confirmaría su pacto con él.
"Dios confirmó su pacto con Noé, su familia y los animales en el arca." (Génesis 9:8-10 NTV)
La historia del diluvio universal es ampliamente conocida: solo la familia de Noé y los animales que entraron en el arca sobrevivieron. Dios cumplió su parte del acuerdo, demostrando su fidelidad.
Hoy, nuestra salvación no se encuentra en un arca, sino en Jesucristo. Dios es fiel a sus acuerdos, que perduran hasta nuestros días.
Si te preguntas qué debes hacer para ser salvado, la respuesta es simple, como la dieron Pablo y Silas al carcelero: "Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu familia." (Hechos de los Apóstoles 16:30-31 NTV)
Escrito por Celia Guevara de Preza, basado en la prédica del 13 de abril de 2024
Коментарі